Todo el año sabemos de nacimientos y estamos de cumpleaños. Los meses de enero y febrero son los favoritos en mi familia a la hora de partir.
El 1 de febrero de este año se ha ido dormido súbitamente mi papá: Américo Cabrera, que el 12 de este mismo mes cumpliría 71 años.
Estaba arraigado al ferrocarril, a la manera de vivir arriba de los trenes viajando, conociendo gente y lugares: relajando las tardecitas entre amigos, cigarrillos, alcohol y anécdotas... Tal vez de ahí venga “mi parte inglesa”. Tal vez haya quedado algún canturreo de mi papá rodando por las vías… Tal vez parte de mi niñez la encuentre tallada entre los ladrillos de las viejas estructuras de la estación Rosario Norte.
No es necesario haber realizado grandes proezas en la vida para permanecer en la memoria.
Son las luchas diarias de un luchador las que se recuerdan, siempre con tiempo sin apuro, siempre en silencio. Hoy hay un luchador más en algún salón dorado del cielo.
Natalia Cabrera